Reflexiones para tí.

Saúl

Había un hombre de la tribu de Benjamín, muy respetado, cuyo nombre era Quis hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, también benjaminita. Que tenía un hijo llamado Saúl, que era buen mozo y apuesto como ningún otro israelita, tan alto que los demás apenas le llegaban al hombro. 1 Samuel 9:1, 2.

La historia de Saúl, como la de todos los seres humanos, está marcada por momentos. Situaciones que parecen mínimas pero que, sumadas, dan como resultado una vida.

Lo primero que llama la atención en la historia del primer rey de Israel es su genealogía. Su padre era muy respetado. Dios conoce tu presente y también conoce tu futuro; pero no por eso deja de darte oportunidades únicas, personales y específicas para ti.

Lo segundo que me llama la atención es cómo Dios mima a sus amados, por más que sabe que no es lo mejor para ellos. Queda en claro, en el relato bíblico, que no era el plan divino que Israel tuviera un rey, pero el pueblo quiere un rey. Entonces Dios, en su amor, no les da uno cualquiera: les da el que el pueblo habría elegido, de haber podido.

Lo tercero que me llama la atención, y donde quiero detenerme más hoy de mañana, es en el hecho de que a veces nos preocupamos por burras cuando Dios nos está ofreciendo un trono (1 Sam. 9:3-5). La inmediatez es un problema. Estamos inmersos en la cultura de lo inmediato.

Mientras Dios nos busca para ungirnos como reyes, nosotros seguimos corriendo detrás de nuestras burras. Colócales el nombre que quieras; dales el tamaño que te guste, píntalas del color más increíble, pero seguirán siendo burras. El problema es que nos interesamos más en la suerte de los bichos perdidos que en lo que realmente tiene importancia y valor desde la perspectiva de la eternidad.

Lo más increíble de la historia de las burras de Saúl es que cuando el futuro rey del pueblo de Israel le da tiempo al hombre de Dios, se entera de que su búsqueda era innecesaria e inútil: las burras ya habían sido encontradas.

Estamos perdiendo tiempo corriendo detrás de cosas sin sentido ni importancia; yendo detrás de problemas que ya están solucionados; buscando burras que ya fueron encontradas, cuando hay un Dios que esta queriendo convertirnos en reyes.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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